Un paseo. Un sencillo paseo por la calle: dar una vuelta por el barrio, saludar a los vecinos, puede que parar a comprar el pan a la panadería de la esquina. Una imagen sencilla.
Una imagen hermosa, si me preguntas, cuando le añades un perro. Un sencillo, hermoso y agradable paseo con tu perro por el barrio. Él olisquea aquí y allá, pero sigue tus pasos. Está contento y alegre, pero no hiperactivo. No tira de la correa.
¿O sí?
Ahora la imagen se convierte en un horror. El perro sí tira. Da unos tirones increíbles. Empieza a dolerte el brazo y estás cansado de llamarlo, porque no te escucha. El paseo deja de ser tan bonito. Ahora es una carga, una pesadez. No quieres llevar a tu perro a pasear, y cuando lo haces, es porque no tienes más remedio, pero es terrible.
Tirones, ladridos. Se te ha escapado la correa. Tu perro corre tras un gato, un coche o un olor que no percibes. Tienes que ir tras él o lo perderás. El paseo es una pesadilla que no quieres repetir en mucho, mucho tiempo.
Evita esta pesadilla. Quédate con la agradable experiencia de un paseo tranquilo.