En el año 2005, el labrador retriever Troy falleció debido a las fatales heridas sufridas durante una pelea. Era noviembre y la familia (cuatro perros, un niño, sus padres) salía a dar un paseo vesperino. Todo iba bien cuando de pronto apareció un pitbull… y se lanzó de cabeza contra Cole, uno de los perros.
La pelea era ruidosa y terrible, y la familia se asustó mucho. Cole logró desasirse, cojeando, y huyó corriendo. El pitbull se volvió, buscando una nueva presa, y vio que Ben, el niño de diez años, era el más vulnerable. Se lanzó, posiblemente a matar.
Pero Troy, que tenía un vínculo único con Ben, se puso en medio y se lanzó a la pelea para protegerlo. No huyó al verse herido, sino que continuó luchando con tal de cuidar a su pequeño humano.
Por fin llegó la policía y pudieron abatir al pitbull, pero era demasiado tarde para Troy. Falleció de camino al veterinario. La familia quedó devastada, pues todos sabían, sin lugar a dudas, que le debían la vida de Ben.
Es una historia muy triste sobre la pérdida, pero también sobre las peleas de perros.
Yo quiero preguntarte… ¿Crees que este pitbull era malo y agresivo? ¿Crees que su principal motivación en la vida era atacar y matar a todo el que encontrara en su camino?
¿O acaso se te ocurre que había sido maltratado, adiestrado a golpes por humanos desalmados, motivado a buscar pelea con todo lo que se moviera? ¿Qué crees que lo motivaba: el miedo, o la sed de sangre?
Como siempre te he dicho, un pitbull no es malo en sí mismo. Las personas los podemos hacer agresivos a ellos… o a cualquier perro. Troy y el pitbull de esta historia murieron porque un humano sin corazón lo educó para matar. Y eso es lo más triste.
Marcos MendozaPD: Si quieres conocer más historias como esta, no dudes en pasarte por mi página.