Hoy viene la suegra a comer. Todo tiene que ser perfecto: la comida, la decoración, los buenos modales, y el perro limpio y sin molestar. Has pasado la mañana en la cocina. No has tenido tiempo de sacar a pasear a tu amiguito peludo, pero es solo un día; te lo puedes permitir.
Entonces suena el timbre. ¡Ya está aquí! Tu perro se levanta de un brinco y ladra: conoce el olor, conoce la presencia tras la puerta, ¡y le encanta! Le chistas mientras te aseguras de no tener la camisa manchada, y abres la puerta con una gran sonrisa.
El perro también parece sonreír. Te ríes con nerviosismo. ¡Es que se alegra mucho de verla! Pero no deja de ladrar y dar brincos…
Entonces sucede. Se escapa de tu control. El perro salta sobre tu suegra y ambos caen al suelo.
…
Dejaré que te imagines el resto.
Puede que esta situación te resulte conocida, o puede que no. Pero no cabe duda de que, aunque un perro que salta sobre una persona puede resultar adorable a veces, también es muy peligroso para niños, ancianos o sencillamente personas que no pueden soportar la embestida de un Gran Danés de 60 kilos.
Imagina los potenciales riesgos. Ya no solo el enfado de la víctima, sino verdaderos problemas: rasguños, golpes, y en algunos casos, te lo prometo, huesos rotos. ¡De verdad!
Si tu perro, da igual el tamaño, tiene tendencia a saltar sobre la gente a modo de saludo, ¡tienes que pararlo! Te lo digo en serio. Puede parecer muy mono un yorkshire dando brincos, hasta que golpea a un niño y lo tira al suelo. Entonces ya no es tan mono.
No te lo pienses más. Hay maneras mejores de saludar a un humano.
Marcos Mendoza