Un perro que gruñe cuando intentan tocarlo.
Un perro que marca.
Un perro que muerde.
Un perro que ataca a otros perros, a gatos, a personas.
¿Qué se hace con estos perros?
¿Cuáles son las soluciones más comunes, las respuestas típicas de cualquier persona?
“Regálalo”. Que otro cargue con tu problema.
“Aguántate”. No hay nada que hacer.
“Sacrifícalo”. Mata a un ser vivo y acaba con el asunto de raíz.
“Pégale más fuerte”. Como si la agresividad arreglara la agresividad.
“Déjalo atado”. Así no le hará daño a nadie, ni podrá ser un perro.
¿Te parece aceptable alguna de estas respuestas? Porque si es el caso, entonces quizá deberías seguir el primer consejo y darle tu perro a alguien que sepa qué hacer con él.
Pero no es así, ¿verdad? Te gustaría encontrar una solución, solo que no la encuentras. ¿Qué haces con un perro agresivo? ¿Cómo evitas este problema, este peligro para ti, para tu familia y para el resto del barrio?
No lo rechazas. No lo eliminas. No se lo pasas a otro. Lo arreglas. ¿No es lo mejor que puedes hacer con un problema, hacerle frente y solventarlo? Por eso estás aquí. Y yo te voy a enseñar a hacerlo.
Será más fácil de lo que crees. Debes mantenerte firme en tu empeño. Tu perro no intenta ser malo; solo está mal dirigido.
Marcos Mendoza