No me voy a poner dramático en esto, amigo mío. No voy a decir que tu perro podría sufrir un accidente al echar a correr por la calle sin hacer caso a tu llamada, ni voy a decir que podría perderse, o meterse en una pelea con un perro desconocido, o podría lamer algo que tú sabes que es malo pero él no.
Todo esto son situaciones muy duras y posibles, pero la verdad es que en el día a día, cuando un perro no acude a tu llamada, lo más que pasa es que es increíblemente molesto.
Cuando sucede, te quedas con la sensación de que tu perro te ignora, que no te quiere. Es peor cuando lo llamas, te mira y sigue tu camino, como si no le importara lo que digas. ¡Es muy doloroso para ti! Lo sé.
¿Cómo vas a conseguir que sea un buen perro, dócil y educado, si ni siquiera te hace caso con algo tan sencillo como llamarlo?
Pero… ¿has intentado enseñarle a venir cuando lo llamas? ¿O crees que reconoce su nombre y eso tendría que bastar? Piénsalo detenidamente. Es como si a ti te dan una cosa y te dicen: bueno, esto es un telescopio profesional, que lo disfrutes. ¿Sabrás hacerlo servir? Probablemente no. ¡A no ser que seas astrónomo!
Con el perro es lo mismo. Le repites hasta la saciedad un nombre y puede, solo puede, que lo relacione consigo mismo, pero con eso no le estás enseñando nada. “Toby, ven” tiene para él el mismo significado que “Guau, guauguauguau” para ti. Ninguno.
Pero puedes estar tranquilo, porque voy a enseñarte a conseguir que la llamada tenga un sentido ineludible para tu perro. ¿Listo?
Y olvídate de que tu perro te ignore cuando lo llamas.