Repite conmigo: ¡pero si mi perro se porta muy bien!
Probablemente lo has dicho a menudo cuando alguien ha apuntado a algún mal comportamiento. Son solo tonterías: quizá se hace pis en el salón, pero te da la patita y no pide durante la comida; o puede que pida durante la comida pero es muy dulce y amistoso con los visitantes; o quizá ladra a las visitas pero jamás hace un mal gesto estando con la familia.
Déjame decirte algo que quizá te duela, pero es solo la verdad: si un perro tiene un mal comportamiento, ya no se porta muy bien. Ni siquiera se porta bien.
No se trata de buscar la perfección en tu perro, no te equivoques. Se trata de equilibrio, de educación. Cuando ves a un niño berreando por la calle que quiere un helado, ¿tú piensas que está educado? No, ¿verdad? Es más bien que es un niño mimado. Y quizá en su casa es un angelito, pero está siendo muy caprichoso.
Con un perro pasa lo mismo. Necesita ser educado en todos los ámbitos, no solo en unos pocos. Y no te escudes en eso de “me da pena”.
Educar a un perro no es nada que dé pena. De hecho, es muy divertido. Con el método adecuado (que yo quiero enseñarte), lo que haces es jugar con él: le enseñas buenos comportamientos a cambio de juegos y recompensas. ¿Hay algo mejor para un perro? ¡Ya te digo yo que no!
Y entonces, ¿qué hay que hacer? La verdad es que ya te he dado una pista. ¿Sabes cuál es? ¿Sí? Exactamente, las recompensas. Esa es la clave: para que un perro repita un comportamiento, necesita que se le recompense. Así es como le dices “muy bien hecho”.
Pero esto es demasiado largo de explicar, así que, amigo, te recomiendo muy insistentemente que eches un vistazo aquí y descubras todo el método:
Y eso es todo por hoy. ¡Nos vemos pronto!