Este es un caso real que una vieja amiga me ha comunicado, y que quiero transmitiros a todos vosotros, lectores, para que entendáis la necesidad de castrar a los perros si no se pretende hacerlos criar.
Veréis, nos encontramos con una familia normal, como puede ser la vuestra. Tienen dos perritas; una es mayor, pero la otra aún es una cachorra y ha pasado ya su primer celo.
Viene otro miembro de la familia a pasar un fin de semana. Trae a su perrito, un macho joven e inquieto. Hace poco que la perrita ha dado muestras de estar en un segundo celo, parece muy nerviosa y se han visto algunas gotas de sangre.
La familia resta importancia a este hecho. Simplemente vigilarán que no estén muy cerca, al fin y al cabo son sólo un par de días, ¿qué puede pasar?
De modo que la familia se reúne. El perrito va detrás de la perrita, pero en seguida sus humanos detienen cualquier acercamiento.
Pero los perros, en especial cuando hay celo de por medio, siempre encuentran un minuto, sólo un minuto.
Unas semanas más tarde la perrita estaba claramente embarazada, y sus propietarios tuvieron que hacerse cargo de su error, cuyas consecuencias fueron tres cachorros mestizos, preciosos, pero aun así inesperados.
¿Y cuál es la moraleja de esta historia? La moraleja es que la idea de que “no pasa nada, los estamos vigilando” no sirve, ni tampoco “ah, no, si mi perrita no está en celo”, porque a veces el celo de las perras pasa desapercibido a sus dueños.
Si no vas a hacer que tu perrita críe, cástrala. Si no vas a tener a tu perrito como semental, cástralo. La castración implica evitar riesgos innecesarios y protege a los perros de algunas enfermedades, incluso.
La castración no es algo por lo que escandalizarse. No te escandalices.
Hay tanto por saber de los perros,…¿Quieres algunos consejos más? Hazte con mis consejos aquí mismo:
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Marcos Mendoza