Hace poco te escribí hablándote de los perros de compañía, hechos desde sus inicios para ser mimados e idolatrados.
Hoy vamos a hablar de unos de los perros de trabajo más famosos: los pastores.
Los perros pastores se seleccionaron con un nivel de agresividad mínimo y una gran disposición a la obediencia, y además, un fuerte instinto protector. Su trabajo era seguir las instrucciones del pastor a la hora de proteger a los rebaños, con lo que estos animales se socializaban muy pronto con las ovejas, las vacas, etcétera, y se les enseñaba una serie de órdenes para guiarlos mientras daba apoyo a su dueño.
Los perros pastores tienden, por tanto, a ser obedientes (fáciles de entrenar), protectores (buenos para la guardia), y muy enérgicos (necesitan mucho ejercicio).
A día de hoy, solo una parte muy pequeña de estos perros desempeñan su trabajo original. Podemos verlos en cualquier casa, como animal de compañía: pastor alemán, border collie, pastor belga, pastor catalán…
Pero eso no quita que sigan siendo obedientes, protectores y enérgicos.
Un perro obediente en casa es fantástico. Aprenderá deprisa y tendrá una buena disposición a escuchar lo que le digas. Si es protector, hay que socializarlo bien, cosa que muchos dueños olvidan. Y si es muy enérgico…
¡Ejercicio!
Es la base para tener un perro pastor feliz y sano en casa. Hay que darle mucho, muchísimo ejercicio, porque si no se pasa el día pastoreando vacas u ovejas, tiene que hacer algo. Lo que sea. Largos paseos, juegos en casa, circuitos de fitness… o, si no lo provees tú, toda clase de comportamientos que te harán escandalizarte: roer muebles, rascarse contra las paredes, morderse a sí mismo,…
No quieres nada de todo eso, ¿verdad? Lo sé. Así que, vamos a trabajar en ello.
Comienza por elegir la raza de tu perro:
A partir de ahí, solo necesitas aprender a educar y ejercitar a tu perro. ¡Pan comido!
Marcos Mendoza