Evitando pequeños accidentes caseros

Amas a tu perro, ¿verdad? Porque es adorable y cariñoso, te hace compañía, siempre está contigo. Pero admítelo: a veces lo odias.

Lo odias, por ejemplo, cuando muerde tus muebles. Y lo odias particularmente cuando orina y defeca en cualquier parte, y más todavía cuando lo pisas sin querer y ¡plaf!, resbalas sobre el charco de orín.

No solo es asqueroso, sino que también puede ser peligroso. La madre de una amiga se rompió la cadera, ¡la cadera!, al resbalar en el pis de su bichón maltés. Fue un mal trago, y apuesto a que quieres ahorrártelo, ¿verdad?

Mucha gente cree que esto se soluciona con unos buenos golpes bien dados y frotando el morro del perro contra sus desechos. ¡Nada peor que todo eso! Solo logras asustarlo, porque no entiende nada.

También hay personas que creen que, una vez el perrito ya hace sus cosas dentro de casa, no hay solución. Otro error común. Un perro SIEMPRE aprende, y puede aprender perfectamente a hacer sus cosas fuera de casa… o donde tú elijas.

No es tan complicado enseñarle a tu mascota a hacer sus necesidades. Y es incluso mejor empezar cuando es un cachorro.

¿Ya sabes dónde querrías que sea? Y no, no vale que sea únicamente en la calle. Si tú eres libre de ir al baño cuando quieras, ¿por qué no va a poder hacerlo tu perro? Dispón un lugar. Hay cajas de arena para perros. Hay espacios preparados para que hagan sus necesidades.

¿Lo tienes?

Bien. Ahora…

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Marcos Mendoza