El primer problema que uno se encuentra a la hora de tener un pastor alemán es que no es lo que parece: muchos creen que estos perros son aptos para cualquier estilo de vida, y que son pacientes hasta límites insospechados, que son los más inteligentes y pueden hacer toda clase de piruetas y trucos.
Todo eso es verdad hasta cierto punto.
Tienes que entender que el pastor alemán es un perro de trabajo. Sirvió en la guerra y por tanto no solo es hermoso y fuerte, también es noble, leal, abnegado,… y no está para tonterías. No es un animalito al que los niños puedan tirar de la cola sin parar.
Cierto, es un perro naturalmente equilibrado y seguro. Es un poco dominante, a veces, otro de sus problemas. Porque si es dominante y tú no sabes cómo lidiar con un perro de estas características, tienes servidos problemillas como el escapismo o, peor aún, la agresividad. Esos dos, junto a la hiperactividad, son los mayores malos comportamientos que uno se encuentra en un pastor alemán.
¿Pero cómo lidias con todo eso? Necesitas tener dos cosas claras:
- Él tiene que saber quién manda. Es decir, tú. Es un perro acostumbrado a hacerse cargo de la situación y ocuparse de la manada, pero si te muestras como un líder adecuado, sereno y que dispone la correcta disciplina, te dejará el mando y será feliz como seguidor.
- Como perro d etrabajo, tiene mucha energía que gastar. Y pobre de ti si no se lo permites: muebles mordidos, zapatos destrozados, orina en la cama,… o más agresividad. ¿Eso es lo que quieres? No. Pues entonces empieza a trabajar.
Podría recomendarte gastar cientos de dólares en una escuela canina, pero la verdad es que mi recomendación siempre es ocuparte tú mismo de todo lo que tu perro necesita. Y para eso, no necesitas más que lo siguiente:
Piénsatelo, si quieres. Pero ten en cuenta que un perro educado es un perro más feliz.
Marcos Mendoza
PD: ¿Y qué pasa con los otros perros? Busca el tuyo en esta lista y veámoslo.