Apuesto a que cuando es la hora de comer, te limitas a ponerle el cuenco a tu perro y ya está. ¡Qué contento se pone! ¿Verdad? Cómo brinca y ruega y cómo se lanza a su plato en cuanto toca el suelo, ¡si no antes!
Los perros se entusiasman mucho con la comida. ¡Les encanta! Es una de sus motivaciones más importantes, tan fuerte como el amor que siente por su dueño. Es el premio más utilizado a la hora de educar a un perro, porque hará lo que le enseñes por una golosina, igual que por una caricia.
Pero hoy no quiero hablarte de adiestramiento ni chucherías… al menos, no en el sentido estricto de la palabra.
Quiero hablarte del ritual de comida.
Déjame que te explique.
En la naturaleza, el lobo caza para comer. Eso significa que tiene que trabajar, cumplir una función, para conseguir su sustento. Y una vez el alimento está servido, todavía no puede dar el primer bocado. Primero van los alfa, que después dan permiso a sus seguidores para comer.
Te das cuenta de cuán diferente es, ¿no? En su estado natural —incluso cuando es un cachorro y su madre le dice cuándo puede alimentarse—, un perro trabaja por su comida, y luego espera a que le dejen comer. En cambio, contigo brinca y ladra y salta, y se lanza a por su alimento ni bien el plato toca el suelo.
Cuando un perro espera a que le den permiso, muestra respeto. Cuando no lo hace, es que no te respeta en absoluto. Y me dirás que no quieres su respeto, ¿verdad?
Te sorprenderá lo sencillo que es lograr que tu perro te respete, te quiera y te obedezca. Te ahorrarás todos los problemas que pueda dar, y obtendrás muchos beneficios a cambio… ¡No te lo pienses más!
Marcos Mendoza