En la convivencia en casa, hay tres problemas potenciales (no estoy contando que tu perro no se lleve bien contigo… eso es altamente improbable y no tiene que ver con la convivencia en sí, sino con un mal adiestramiento, del que hablaremos en otra ocasión), que son:
—El perro no se lleva bien con los niños. Oh-oh. Les gruñe y los marca, y tú, naturalmente, te pones del lado de tus hijos de inmediato, castigas al perro, ¿cómo se atreve a asustarlo?
—El perro no se lleva bien con los gatos. Parece un tópico que los perros odien a los gatos, y viceversa, así que puedes encontrarte con que tu perro persiga a tu gato, le ladre y parezca imposible que estén en paz.
—El perro no se lleva bien con otro perro de la familia. Algo típico también, puesto que no todos los perros saben relacionarse, y a veces sus personalidades chocan, en ocasiones incluso sin razón aparente cuando antes se llevaban muy bien.
Los tres son problemas graves, y quieres solucionarlos cuanto antes si aparecen en tu vida. Cuando dos miembros de la familia no se llevan bien, no solo es triste; si se involucran los colmillos de un perro, también es peligroso.
Para muchas personas, el primer impulso es regalar al perro, dárselo a otra persona que no tenga niños, gatos u otros perros, o incluso abandonarlos lejos de casa para que no puedan volver.
Pero cada vez hay más gente que quiere utilizar los medios a su alcance para SOLUCIONAR el problema en lugar de tirarlo a un lado como si no existiera, cerrar los ojos como si no estuviera ahí.
Y si lees esto, si tienes este problema y quieres ARREGLARLO, estás en el lugar indicado, amigo mío, porque te ofrezco una guía para controlar este asunto en todas sus vertientes.
Ya lo verás. Es mucho más fácil de lo que piensas. Lo que más necesitas es entender cómo funciona la mente de un perro, y luego… ¡todo irá bien!
Marcos Mendoza