El Beagle es un perro muy famoso y apreciado, en especial porque su dulzura de cachorro se mantiene durante la adultez: sus rasgos, su tamaño y su actitud siguen siendo las de un perrito chiquito.
No obstante, muchas personas se encuentran con que tener un eterno cachorro no es algo tan bueno, en especial cuando es tan cabezota como el Beagle.
Efectivamente, esta es una raza increíblemente testaruda: en general, los Beagle saben lo que quieren, y no paran hasta conseguirlo. Se necesita mucha disciplina para controlar a uno de estos perritos, y muchas veces no sabemos cómo dispensarla.
Incluso a día de hoy todavía hay mucha gente que cree que un periódico enrollado, un golpe con el zapato o unos cuantos gritos son la manera correcta de educar a un perro cuando se porta mal… Y no solo se equivocan radicalmente, puesto que estos métodos no promueven NINGUNA CLASE de obediencia, sino que además es absolutamente contraproducente con un Beagle: cuanto más abuses de tu autoridad, más testarudo va a seguir siendo.
En efecto, intentar obligar a un Beagle a hacer algo es absurdo y no sirve de nada. Pero dime una cosa: ¿no es cierto que resulta muy positivo darle una golosina a un niño cuando se porta bien en el médico?
Esto se llama refuerzo positivo, y es LO MEJOR DEL MUNDO para educar perros, en especial cuando son tan cabezotas. Basta con hacerle ver que lo que realmente le interesa es hacer lo que tú quieres, ya que va a ser recompensado por ello.
¡Pero no te confundas! Una recompensa para un perro no es siempre la comida. Caricias, atención, juguetes, juegos, salir a la calle, explorar el mundo, aprender cosas nuevas… Todo eso también son recompensas, son premios de su día a día.
Utiliza esta baza para redirigir cualquier mal comportamiento de tu Beagle y tendrás ya medio camino ganado hacia el paraíso de un perro ideal en casa.
Marcos Mendoza
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