He visto perros que si pudieran hablar pedirían que se les alimentara correctamente. Ellos confían en sus dueños para que les den lo que necesitan… y a menudo ese es su error.
Un perro no puede comer ciertas cosas. No tiene las mismas necesidades que nosotros, con lo que es natural pensar que no come de igual manera, ¿no crees?
¿Has visto alguna vez a un perro obeso que casi no puede moverse? Es una imagen terriblemente triste. Por desgracia los dueños de estos perros casi siempre dicen que no saben cómo puede ser, si come su pienso. De hecho, muchas veces dicen “que le dan la medida recomendada”.
Pocos piensan en todos los bocaditos extras, ¿verdad? ¿Tú lo haces? ¿Eres consciente de cuándo le das comida de más a tu perro? He visto mucha gente que les da a sus mascotas parte de lo que comen en la mesa… Pan, trocitos de carne guisada, verduras, cualquier cosa. O peor, ¡les dan las sobras!
Como he dicho, los perros tienen sus propias necesidades alimenticias. El chocolate y el ajo son nocivos para ellos, por ejemplo, ¿lo sabías? Pero mucha gente no es consciente de este hecho. Luego tenemos perros enfermos u obesos, y nos preguntamos por qué.
La alimentación de un perro no es cosa de broma, y desde luego no es un juego.
¿Estás decidido a alimentar a tu amigo fiel correctamente? Ese es un buen primer paso.
¿No te resulta frustrante levantarte de la cama y pisar un charco de orina? ¿No te dan ganas de destrozar algo cuando vas de la cocina al salón y pisas una plasta de heces? ¡Qué asco! Sabes perfectamente que ha sido obra de tu perro, que siempre te deja regalitos por toda la casa. Son esos momentos en los que desearías estrangularlo…
Alguna vez te has fijado en que hay perros con rasgos faciales tan dulces que piensas “oh, este animalito no atacaría ni a una mosca”? Y luego lo has visto intentando cazar a esa mosca… Curioso, ¿no? Porque los perros no tienen expresiones como las nuestras, son perros, y por tanto las facciones dulces de un labrador son una cuestión de raza, no de personalidad.