Esta raza es famosa por su aspecto, de un blanco con graciosas manchas negras. ¿Sabías que cada patrón de manchas es único? Así es: no existen dos dálmatas iguales. Pero aparte de eso es una raza que tiene muchas características que no tienen que ver con su aspecto, como por ejemplo su gran resistencia, su velocidad, igual a la de un caballo, y su energía. El adiestramiento de un dálmata debe tener todo esto en cuenta, puesto que para educar a un perro necesitas saber cómo funciona.
El adiestramiento de un dálmata tiene que basarse especialmente en el ejercicio. Este perro, que corría junto a los carruajes de las familias más nobles hace siglos, primero como guardianes, y después como símbolo de estatus y compañeros. Han tenido otros usos que explotaban sus grandes reservas de energía y resistencia, como el pastoreo y la guarda de establos, pero todos sus trabajos nos siguen diciendo que tiene mucha energía que gastar, y un perro con toda esa energía dentro es casi incapaz de aprender nada: estará nervioso, hiperactivo, y puede desarrollar hábitos destructivos e incluso agresivos. ¡Todo por no darle el ejercicio que necesita!
Así pues lo primero que debes hacer es ayudar a tu dálmata a gastar esta energía que tiene. Largos paseos y muchos juegos en casa son suficientes. Por esto esta raza no es recomendada para personas sedentarias, son mejores para aquellos que disfrutan del ejercicio y pueden salir con su mascota a correr o a pasar el día caminando por el campo. Pero, en todo caso, cuando tu dálmata ya ha hecho ejercicio, cuando está acostumbrado a una rutina de paseos y juegos que desgasten su energía y le permitan estar tranquilo, es hora de educarlo.
Primero debes asegurarte de tener unas normas básicas a las que ceñirte. Por ejemplo, ¿tu perro puede subir al sofá? ¿Le permitirás morder las patas de la mesa? ¿Puede cavar en el jardín? Piensa detenidamente en todo lo que quieres que haga y no haga. Esas normas no pueden cambiar de hoy para mañana, deben ser firmes y seguras, algo a lo que tu perro pueda atenerse. ¿Lo tienes? Entonces aplícalo. Si no quieres que se suba a la cama, pero lo intenta, impídselo, dile “¡no!” con firmeza, y cuando no se suba recompénsalo. Pasa diez minutos al día enseñándole trucos, premiándolo cuando haga algo bien e ignorándolo cuando lo hace mal, para que vea qué está bien o no.
Con ejercicio y la disciplina adecuada para un perro de esta fortaleza el adiestramiento del dálmata será fácil. En resumen sólo necesitas ejercitarlo abundantemente todos los días, tener unas normas de comportamiento que le puedas enseñar, y tomarte diez minutos al día para enseñarle trucos utilizando recompensas cuando hace algo bien. Si lo haces así será pan comido y muy pronto tu dálmata tendrá un comportamiento ejemplar del que podrás sentirte orgulloso.
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Marcos Mendoza